Francisco Pan-Montojo |
Los pesticidas actuando solo sobre las células nerviosas del intestino, son capaces mediante un mecanismo de iniciar la aparición del Parkinson en el intestino y que este progrese hasta el cerebro. Pesticidas como la rotenona permitido en la unión europea e incluso para agricultura ecológica aceleran la oxidación de las células que liberan una proteína que otras células absorben y llevan hasta el cerebro, creando el círculo vicioso de una enfermedad degenerativa sin cura.
En conclusión, el Parkinson no tiene que ver con la edad y tampoco empieza en el cerebro, sino en el intestino. El Parkinson es igual a una combinación entre toxinas medioambientales y la capacidad individual de hacer frente a esta agresión externa.
El descubrimiento abre tres debates, uno medioambiental actuar sobre los pesticidas; dos, de diagnostico precoz; y tres, posibles medicamentos contra el párkinson.
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